23-27. Sep 2020.

CUERPO Y LENGUAJE
Lo personal es la menor escala de un ser en sociedad, lo que significa que es a su vez el primer campo de acción política. En ese sentido,
el cuerpo, como la correspondencia material de lo personal, y la prueba de la existencia del ser a través de lo sensible, es el que permite que se dé la relación con la realidad y el mundo.
Producto de esta relación, el cuerpo es determinado por una serie de significados que se le imponen, en tanto son exteriores, coercitivos y colectivos. Es decir, los cuerpos son un hecho social, y de ahí que la sociedad que ocupamos los clasifique y los ordene bajo distintos criterios de diferenciación, que no se limitan únicamente al cuerpo en su manifestación material, sino también en relación a otros cuerpos y lugares.
Resultado de esto es que se ejerce poder, dominación, violencia, de una manera aparentemente legítima, mediante argumentos realmente ilegítimos: la clase, el género, el sexo, la raza, el origen, el credo, entre muchos otros. Entonces, es el cuerpo (humano en este caso) el que experimenta las principales consecuencias de su ser en sociedad, y en este momento en particular, el que padece la pandemia y las crisis.
El lenguaje, por su parte, permite proyectar al ser más allá de los límites de ese cuerpo.
Es mediante él (en sus distintas formas) que se aprehende el mundo, es decir, se comprende, se explica, se significa, se hace propio, y se transforma la realidad. De ahí que el cómo se nombra, se describe, y explica el espacio-tiempo actual, sea algo necesario de discutir. Es a través de estas operaciones (y seguramente otras) que facilita el lenguaje como estructura, que se podrán desmontar las narrativas que presentan la realidad y el mundo actual como algo que puede ser de una única forma, y así tomar un posicionamiento, y actuar de otra manera.